La Mariposa negra

Por: Juan Miguel Campo Castro*

Entraba por la puerta y se ubicaba en un lugar de la sala. Esto era constante todas las noches. ¡Oh! no, no. Tenía sus días, martes y viernes. ¡Ah! ¡un momento! estaba olvidando algo. ¡Hola! Mi nombre es Azul, raro ¿verdad? Lo escogió mi abuela. Ella es muy especial conmigo. La quiero mucho, siempre me está contando historias del pasado. Muchas, sobre mariposas. Estas viven en el campo en los jardines, son muy bellas, las hay de distintos colores: amarillas, rojas, verdes, moradas, negras, blancas y hasta de varios colores. “Algunas son brujas. Entran a las casas a chismosear y otras a hacer maldades”, me decía la abuela.

Me gustan las películas de criminalísticas, como CSI. Todas las noches a las 8:00 p.m. exactamente enciendo el T.V. y a ver CSI. Pero, una noche, todo transcurría normal, cuando de pronto escuché un ruido, volteé a mirar, y ¡oh sorpresa! Una mariposa grande y negra. No le di importancia. Pasaron los días y la mariposa siguió llegando como ya se los había comentado: entraba por la puerta, revoleteaba y se posaba en una esquina donde me parecía que me miraba fijamente. Mi abuela decía “las mariposas negras son brujas… Si la golpeas con la chancla del pie izquierdo y con la mano izquierda maltratas a la bruja, te coge miedo y no viene más; pero si la mariposa muere, muere la bruja”.

Recuerdo ese día… y era viernes, un viernes fatídico… En el reloj, las 8: p.m. Había llegado la noche. Comenzó mi serie favorita. Al instante llega la visita. Voló, voló, revoleteó y justo se detiene en la esquina de siempre. Allí se posó. Y mirándola fijamente, tomé la chancla de mi pie izquierdo con mi mano izquierda y ¡zass! Un golpe seco y al suelo la mariposa ¡que susto! La dejé ahí donde cayó. En la esquina del piso. No hubiese querido eso que vi. Pero se dio. Apagué el T.V. y me fui a acostar. Pero no dormí pensando en lo que pude haber cometido.

Al día siguiente, apenas amaneció corrí a mirar la mariposa que había matado. Pero para mi sorpresa, no estaba. Pregunté a mi mamá ¡tu barriste? Y me respondió ¡noo..! entonces, le pregunté “¿quién recogió la mariposa? Pues solo te has levantado tú”. “¿De qué mariposa hablas hijo?”, gritó mi madre. Mientras en mi mente, una voz repetía “¡desapareció! ¡desapareció! …

Al rato, mi mamá me mandó a la tienda a comprar. Y ¿saben? Allí estaban comentando que, a la vecina, la señora Bárbara la habían encontrado muerta al lado de la cama. Tenía los brazos, las piernas y las costillas fracturadas y un golpe en la cabeza. ¡Que susto! Comencé a sudar y sentía que todo mi cuerpo temblaba y en mi mente, una voz: “¡Azul, tú la mataste!” “¡Azul, tú la mataste!” “¡Azul, tú la mataste!” … corrí a mi casa. No dije nada a mi madre de lo escuchado en la tienda, y me acosté. Me sentía con fiebre y dolor de cabeza. Esperé la noche deseando

ansiosamente que con ella llegara mi visitante, pero no llegó. Al día siguiente, el funeral de la señora Bárbara. No asistí. La fiebre y el dolor de cabeza habían empeorado. Me dormí pensando en la vecina muerta. Así pasé el sábado, el domingo y el lunes. Pero la noche del martes, estando viendo mi película favorita, siendo las 8:P.M escucho un ruido, volteo a ver y ¡oh! La mariposa negra. Revoleteó y se posó en la esquina de siempre…

Estudiante de séptimo grado de la Institución Educativa de Galeras, Sucre. Tiene 12 años de edad. Su trabajo: La mariposa negra obtuvo el Primer puesto en la categoría infantil  del concurso “Cuentos para leer en voz alta”: José Elías Curi Lambraño, organizado por la Fundación en Voz Alta de Corozal, Sucre.

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