Los demonios de las trincheras

Por: Maverick Rojas Vitovis y Yeferson Contreras Cubillos*

Basado en una historia real.

Era el 27 de noviembre de 1950. Las montañas nevadas de Corea del Norte parecían congeladas en el tiempo, pero en su interior algo más oscuro que la guerra se despertaba. Las fuerzas de Estados Unidos eran las que lideraban y habían avanzado hacia el norte, cerca del embalse de Chosin. Era invierno, y la temperatura descendía a menos de -30°, y los soldados excavaban heladas trincheras. Estadounidenses, surcoreanos y colombianos se preparaban para la ofensiva china. El apoyo colombiano fue el primero en comenzar con las visiones, después del miedo colectivo. Entonces muchos se negaron a dormir, luego se encontraron llorando o hablando solos.

El grupo colombiano que fue a la guerra fue el batallón de artillería 51, entre ellos se contaban entre 4.314 y 5.100 soldados, estos jóvenes fueron entrenados por su país antes de salir a Corea en un buque estadounidense, cuando llegaron allí fueron entrenados por un mes más, con el objetivo de combatir contra Corea del Norte.

Hubo varios enfrentamientos, pero el batallón se destacó en la batalla de Monte Calvo. En ese combate, el batallón colombiano fue considerado un grupo de demonios, ya que no tenían miedo de morir; fueron letales, muy resistentes a sus múltiples intentos de capturar la posición enemiga; sin embargo, sufrieron varias bajas.

En Colombia se veía mucha información sobre el batallón que fue enviado como apoyo a Corea y se escuchaba gente que se quejaba de la decisión del presidente Laureano Gómez de enviar a morir a un batallón conformado en su mayoría por jóvenes, pero otros decían que era una muy buena idea para mejorar sus ejércitos y relaciones con países extranjeros como Estados Unidos.

El 27 de julio de 1953 acabó la guerra de Corea, con una cantidad de bajas que osciló entre 2.500.000 y 3.000.000. El número de bajas en el batallón colombiano fue de 196 muertos con 400 heridos, pero las muertes norcoreanas sumaron más de 88.000, aunque en esta guerra no hubo un ganador, la gente de Corea siente un enorme respeto hacia el batallón que fue a ayudarlos, en su honor se construyó un parque conmemorativo para recordar a los que jamás regresaron.

* Estudiantes de grado octavo del Colegio Alfonso Reyes Echandía.

 

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