Samuel Pedraza Hernández*
Hubo acontecido, en el orden de ideas del presente año de Nuestro Señor, dos mil a tres cuartos de estrenar centenar, que dándose a cabo el pasado segundo miércoles, undécimo de junio, el compatriota colombiano Alexander Gómez batió un caudal inmenso de una decena de millares de suscriptores en su canal tematizado a la enseñanza y práctica de la virtud matemática: Matemáticas, profe Alex.
Esta suma fue lograda mientras don Alex transmitía un emotivo directo, en congregación con sus más grandes admiradores, en compañía de sus fans y con la debida admiración de sus colegas. Se le fue abierto este nuevo millón, lo cual transcurrió para preservarse en su canal como una fecha insólita, tanto para su carrera como para el contenido del estudio de los números en el habla hispana.
Esta cantidad de fama, precisamente en la plataforma de YouTube, naturalmente no es del todo común para un canal. No obstante, si comparamos en cuanto a los más altos canales, nos percataremos de que el profesor no conforma ni una décima parte de lo que aquellos poseen. Y sin irnos tan lejos, inclusive en su propia patria, la República de Colombia, el señor Gómez no está siquiera en los cinco mayores canales, siendo este superado por cualquier tipo de sonsos.
Hecho el cual, aunque alarmante como crítica de nuestra sociedad actual, resulta insignificante respecto al ámbito de la comunidad de Alexander y sus cercanos. Pues hay algo que debemos tener muy claro antes de hablar de este sujeto: él no es un youtuber, ni mucho menos pretende serlo. Tan solo el hecho de compararlo con uno de estos, es ultrajante tanto para su carrera como para su evidente esfuerzo pedagógico.
El profesor Alex rebasa en propósito y principios a todos aquellos individuos que viven por y para YouTube. Pues lo más grande que podrán pretender será ser un chiste colectivo. Él es algo mucho más grande, pues es alguien necesario. Este caballero no requiere del videojuego del momento, de títulos y miniaturas engañosas, de hacer el ridículo frente a una cámara, ni de aprovecharse de los demás para rascar unas visualizaciones. La fama es solo un medio para el verdadero fin del profesor Alex: difundir el conocimiento de su maestría en las matemáticas.
El profesor Alex no necesita abrirse paso entre canales “famosos” para llamar la atención o considerarse momentáneamente importante. Más que eso, está enfocado en un solo objetivo: suplir una necesidad mediante un valeroso sacrificio, el cual, por sí solo, lo convierte en alguien valioso para todos aquellos que ha salvado y continuará salvando sin limitarse al paso del tiempo.
Y esto es así porque siempre habrá un ciclo nuevo de ingresados, siempre habrá más estudiantes desesperanzados ante un examen y siempre girarán en torno a este ciclo aprendices apasionados por el conocimiento de las matemáticas. Por lo que, mientras nuestro cielo permanezca azul, haya un nuevo amanecer y las matemáticas no sean obsoletas, este maestro siempre tendrá una mano tendida, dispuesta a rescatar de la ignorancia a quien lo requiera dentro de su pequeña comunidad. Esta siempre lo necesitará, aunque nunca lo merecerá por completo.
Este no es un texto de felicitaciones por los diez millones de suscriptores —pues vivimos en una realidad donde esa suma no es reflejo de ningún esfuerzo—. Más que eso, esto es un agradecimiento hacia este héroe por hacer del viaje de los partícipes de este ciclo mucho más llevadero. Así que compartamos esta alegría juntos, en honor a este maestro que, aunque efímero para la historia y para los grandes números de las redes, será parte del corazón de aquellos que guio por el buen camino del raciocinio.
*Estudiante de Octavo Grado del Colegio Alfonso Reyes Echandía IED.